Edward Poulain

“Echoes”

Los ojos se abrieron lentamente, mientras recordaba aquel momento junto a mi hermana donde salíamos fuera de la aldea para olvidarnos de todo como solíamos hacer en verano. Pero mi rostro se encontraba aturdido contra el frio de la tierra, mi vista estaba nublada pero escuchaba los gritos de mi hermana, desespero, dolor, llanto… A medida que levante mi rostro la vi tendida sobre el césped junto con diferentes hombres rodeándola y  Elisabeth mi otra hermana dejaba caer sus lagrimas sobre mi espalda. - Bien ya está despierta, podemos comenzar- La voz de un encapuchado se hizo presente. La vista borrosa, se aclaró de apoco, mi cerebro comprendió en ese poco su posición. No se podía mover, las manos estaban atadas; sentía frio, estaba desnuda, no podía gritar más, tenía una mordaza en su cuerpo mientras sus ojos brillaban escarlata casi como fuego. El encapuchado se acercó a ella lujurioso.

-Bienvenidos, hoy hemos terminado las ordenes y pondremos precio a cada una de nuestras recompensas, con esta joven ultima junto a su hermano huérfana desde hace unos minutos - Varios encapuchados llegaron soltaron risas mientras poseían extraños artefactos. Mi hermana desde su posición podía ver perfectamente el bosque junto a ella soplar y una multitud de gente. Yo quise levantarme y ayudarla pero el miedo no me dejaba ni gritar y el protejer a mi otra hermana menor eras mas fuerte... No podía perder mis dos seres amados, cualquier persona diría entre 35 y 40 personas que se encontraban ahí, pero lo que no sabía, era que tenían algo en común; absolutamente todos tenían apariencia que perturbaba, salvo los que se mantenían ocultos, por obvias razones. -Prosigamos, -Dijo el encapuchado en el lapsus de tiempo que él se quedó observando las risas; el encapuchado se acercó y le saco la mordaza, donde mi hermana empezó a llorar y a rogar.

El hombre no hizo más que darle una cachetada – En este experimento veremos qué tan dañado puede estar el cuerpo antes de convertirse en un cadáver, por medio de la maldición de su pueblo, procederemos a comenzar el espectáculo -Sonrió macabramente mientras la multitud soltaba risas y los nobles miraron ansiosos. Un encapuchado jalo una cuerda y la levanto inclinandola levemente y así, permitir la vista general. -Por favor…por favor-Lloraba la Celelia mi hermana, en vano. Uno de los encapuchados saco un frasco morado y un pincel, del mismo frasco, tras abrirlo, comenzó a untar el brazo de ella con una forma extraña, casi un tatuaje; al terminar comenzó a lamer su cuello… Yo quería golpearlo pero me encontraba petrificado junto a mi hermana, el primer encapuchado seguía hablando-Mediante un conjuro de clase , podremos retorcer los nervios de la joven, destruyendo toda sensibilidad en la zona afectada, también, la concentración de nen sobre el ungüento creara quemadura mágica de nen, marcándola de por vida para finalizar extrayendo sus ojos. La joven miro estupefacta, no podía creer lo que escucho y comenzó a forcejear -Suéltenme!!! ..por favor suéltenme!!!!- Grito desesperada, para luego callar sus ruegos con un grito de dolor, que hizo eco por todo el lugar. “Silence” Tras el grito la joven estaba en shock y al borde del desmayo por dolor- En estos casos de extremo dolor -Continuo el encapuchado-El ungüento y su fuerte olor impide la pérdida de conciencia, pero debido al intenso dolor, le taparemos la boca para que podamos seguir con el festejo-Sonrió, mientras decía en risas y Celelia se vio amordazada nuevamente, por la mordaza que acallaba sus gritos. El segundo preparativo comenzó, el más doloroso de todos, tres encapuchados rodearon a la chica, comenzado a hacer cortaduras en su cuerpo, siguieron recitando ante la mirada escarlata de shock de la joven, quien esperaba el dolor más fuere del mundo, no se esperó que sería peor que el del brazo -Durante este proceso, le extraeremos sus ojos al experimento- Continuo el canalla mientras que los 3 personas se acercaban a ella lograban abrir sus parpados, provocándole un dolor horrible que le sacaría lágrimas y llanto ahogado por la mordaza a la joven. El hechizo siguió mientras uno a uno se fue desprendiendo los ojos que brillaban de su cuerpo… Un gran llanto salió de mí, no sabía que pasaría conmigo y mi hermana pero la muerte era lo mejor. Sus ojos se levantaban en el aire y eran dejados en un recipiente lleno de un líquido. Pude ver como el último suspiro abandonaba su cuerpo mientras en su mano apretaba un collar que compartía con nosotros de hermandad.

Uno de ellos se acercó a mí – Que hacemos con estos, parece ser solo unos esclavos o sirvientes – Sentía como sus mugrientas manos entraban en mi boca mientras otro me revisaba de arriba abajo a mi hermana menor Elisabeth – Tráiganlo – Ordeno aquel que le hacía burla a mi hermana… Sus manos se posaron sobre mi cuello, mientras las garras brotaban ligeramente de el. No paso muchos segundos antes de que mis pies abandonaron el suelo y el me sostenía tendido solo con una de sus manos… Yo gritaba pero mis gritos eras terminado por la falta de aire, la otra de sus manos amenazaba mi rostro – Ya nos veremos luego… Si es que no mueres de hambre esclavo – Dijo entre risas mientras una de sus garras rasgaba desde mi ceja hasta uno de mis pómulos mientras sentía como la sangre brotaba.

Desperté de nuevo en el suelo, el cadáver de mi hermana se encontraba desnudo pálido y con bastantes heridas… Yo no comprendí - ¿por qué? - Grite, nadie me escuchaba corrí con lágrimas en los ojos hasta la aldea. Al llegar se encontraba en llamas, vacía llena de muerte y sin la felicidad de antes... - ¿Elisabeth? Donde esta Elisa - la desesperación recorrió una vez mas mi cuerpo mientras en una pasada de mirada vi las agujas con la que cocía mi madre en aquella sastrería, un canalla apareció mientras de alguna manera las agujas se bañaban en la sangre de mi cuerpo y la rabia consumía mi cuerpo se libro una batalla que apenas pude mantener.... mientras los gritos de Elisa eran cegados por el cansancio.

Gane, pero mi cuerpo cayo sobre el suelo, mientras aquel hombre oscuro se acerco brotando de su cuerpo una energía que unos demonios se veían brotar de ella, desde ese dia una maldicion carga mi cuerpo.

Jure Vengarme y convertirme en un asesino y recuperar parte de lo que me arrebataron, desde aquel día no solo mis ojos brillaban si no que aquella cicatriz también lo hacía, recordándome el odio e impotencia que sentí.